Desde que la madrastra se fuera a vivir un tórrido romance con el leñador, Blancanieves vivía feliz con sus enanitos. No es de extrañar que, al ver al príncipe merodear por los alrededores del bosque, quisieran eliminarlo.
La monarquía ya no se llevaba. Ni siquiera en los cuentos.
Correcto. Ni príncipes ni princesas
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Ni nada que huela a "chorizo" :-)
EliminarUn abrazote, Antonio.
Uy, ese es un momento inesperado para este cuento pero en efecto, tras tal justificación no es de extrañar que Cenicienta se sintiera con tal impulso :P
ResponderEliminarUn final de cuento transgresor, en efecto.
EliminarUn abrazo, Gabriel.
Estamos en la época de los desencantos. Ya no hay príncipes ni princesas en los cuentos, pero seguiremos construyendo sueños con nuestra imaginación.
ResponderEliminarMuy ingenioso, MJ !!!
Me alegro de verte de nuevo por aquí. Un besazo, MJ !!!
Eso es, que no nos falte ilusión para construir nuestros sueños.
EliminarGracias, Atenea.
Un besazo, guapa.
Son sabios los enanitos... Seguro que el cuento era así, pero algún rey o alguna reina le pagó a algún escriba para que tergiversara la historia...
ResponderEliminarUn abrazazo :)
Je je, es muy probable.
ResponderEliminarUn placer verte de nuevo, Ximo.
Otro abrazote,
Oooohhhh no hay príncipes, ni princesas, no quedan sapos ni ranas ....
ResponderEliminarPero que leerán los pequeños de nuestros pequeños, etc, etc, a final de este milenio???
igual pasan por aquí y te leen MJ!!, te leen a tí, estos cuentos tan llenos de humor y con su justa ironía.
Un besote amiga.
Aunque los tiempos van cambiando, los cuentos siempre serán cuentos, Laura. :-)
ResponderEliminarUn abrazote.
Sí, que no nos cuenten más cuentos engañosos, que ya estamos bien servidos!!!. Abrazos, MJ
ResponderEliminar:-)
EliminarUn abrazo, Isabel.
Jejeje, pues a ver si se dieran por aludidos los que se han de enterar. De una vez.
ResponderEliminarEso, eso.
ResponderEliminarAbrazote, Miguelángel.