Viendo que los novatos no terminaban de acomodarse a la vida celestial, Dios les hizo una propuesta: “Jugaréis a los dados y el que consiga la mayor puntuación obtendrá un premio”. Los recién llegados hicieron un círculo y comenzaron a lanzar los dados por riguroso orden de llegada. Nadie parecía especialmente interesado en conocer la recompensa.
Acabada la partida, el Jefe Supremo mandó llamar al ganador. Tienes la oportunidad de regresar a la Tierra y ejercer de ángel de la guarda –le dijo. Para ello debes elegir una de las escaleras que tienes delante. Una lleva al Purgatorio, otra al Infierno, otra al Limbo y otra a la Tierra. Puedes renunciar al premio y cedérselo a uno de tus compañeros, pero recuerda que en cuanto comiences a descender ya no habrá retorno. El novato sopesó todas las posibilidades y decidió arriesgarse. Tras observar detenidamente las cuatro escaleras se dejó llevar por la intuición que le indicaba con sorprendente claridad la elección de la más pequeña. Desde el primer peldaño, justo antes de comenzar el descenso, miró hacia atrás. Dios sonreía.
Con este micro he participado en el concurso de minificciones a partir de una imagen correspondiente al mes de diciembre. Imagen by DamaArt©
¡Buen micro, MJ!
ResponderEliminarMe faltó una adjetivación en la sonrisa del ser supremo. Será que no me fío y me la imaginé sarcástica.
No se dónde lo he dejado dicho, pero me repito, no deja de sorprenderme el jugo que le podeis sacar a las imágenes.
Un abrazo,
Me ha recordado a alguno de esos concursos televisivos. Menudo humor se gasta el Supremo. Para mí que la escalerita conduce al Infierno, esa sonrisa final no me gusta nada. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenisimo relato.
ResponderEliminarLa verdad es que las probabilidades eran pocas de acertar.
Me gusta el final abierto, no se sabe muy bien si Dios sonrie por el acierto o el error...
en cualquier caso, me gustó.
Besitos mediterráneos.
Pues yo quiero ser optimista e imaginarme que su intuición no le engañó y eligió la escalera acertada.
ResponderEliminarBuen micro.
Tambien quiero ser optimista y pensar que acerto con la escalera. Los angeles de la guarda existen, a si que es una forma como otra cualquiera de volver, no? jajaja.Me ha gustado mucho lo que has hecho con la imagen y tus palabras. Un bessito
ResponderEliminarHombre, yo creo que si Dios sonreía es porque acertó, no? No creo que el Señor esté de guasa. Qué buen provecho le has sacado a la ilustración, hija.
ResponderEliminarUn abrazo, MJ.
Si la escalera era pequeña y tortuosa es la correcta para ir al cielo, siempre es así en los cuentos. Por eso Dios sonreía, uno más para tocar el arpa.
ResponderEliminarUn beso, Luisa.
Esa sonrisa del Jefe Supremo carece de adjetivación para que cada cual la interprete a su gusto :-)
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar, Pedro.
Un abrazo.
¡Jeje! ¡Qué mal pensada, Mar!
ResponderEliminar¡Quién sabe! Tal vez esa era la escalera buena ;-)
Un beso.
Dejé ese final abierto precisamente para eso, Gala.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues yo me uno a ti, ESPERANZA, me gusta ser optimista y pensar que acertó :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
No me cabe duda de la existencia de los ángeles de la guarda, MEN.
ResponderEliminarO sea, que voto por un final feliz :-)
Un beso.
¡Jaja! Sí, es curioso cómo de una misma imagen pueden salir tan variopintos microrrelatos.
ResponderEliminarGracias, Miguelángel.
Un abrazo.
Así suele ser, sí. Y si sirve para subir también debe valer para bajar ¿no? :-)
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa.
Me ha gustado pero no sé porqué. Volveré a leer. El primer párrafo está muy bien conseguido: describes perfectamente a los becarios en cualquier centro de trabajo cuando el jefe les manda algo. No entiendo el relato, qué rabia. Veré los comentarios. Sigo sin entender, y no es por el final abierto si no por el hecho de qué hace un ángel de la guarda en el purgatorio, limbo o infierno: ¿que tienen que guardar allí si ya está todo el trigo vendido? En fin, que los escritores hacéis como Dios, escribir torcido con renglones derechos. Nos leemos. Me alegró poner cara a estas letras.
ResponderEliminarYo estoy por practicar el optimismo, por tanto decido que son las que van hacia el cielo. Me ha encatado, MJ la historia que has sacado de esta imagen. Es preciosa.
ResponderEliminarBesitos
:-)
ResponderEliminarAgradezco tu sinceridad, Ximens.
Me reconozco novata en este micromundo literario y sé que aún tengo mucho que aprender.
Reitero mis felicitaciones por tu micro ganador en La Esfera Cultural.
Un abrazo.
Gracias, Elysa, por ese optimismo que derrochas en cada comentario.
ResponderEliminarUn beso.
MJ, buena elección sin duda, aunque no la desveles. Yo creo que Dios se reía porque así era una alma menos que alimentar, que la crisis también ha llegado al cielo.
ResponderEliminarUn gran relato Artista.
Un abrazo.
¡Jajaja! No lo había pensado así, Nick, pero creo que tienes razón. No hay quien se libre de la crisis.
ResponderEliminarGracias, amigo.
Un abrazo.
Esa escalera pequeña de seguro está llena de palabras para regalar y lleva a un lugar donde, sin prisas, nos podemos deleitar con los versos y reversos de una "escribidora" de relatos como este.
ResponderEliminarAbrazos, MJ
Me gustó mucho cuando lo leí en Triple C, MJ.
ResponderEliminarComo Elysa, creo que la sonrisa del Ser Supremo estaba ligada a la elección del cielo.
Un abrazote.
No me fío, esa sonrisa seguro que es canalla.
ResponderEliminarBlogsaludos
¡Qué comentario tan halagador! :-)
ResponderEliminarMil gracias, Isabel.
Un abrazo.
Mil gracias, Laura :-)
ResponderEliminarUn beso grande.
¡Ah! Yo no sé nada. Puede que sí, puede que no ;-)
ResponderEliminarUn abrazo, Nel.
Por fin he llegado a tu casa!!! Te he leído en Triple C, en El Microrrelatista, y me han gustado mucho tus relatos.
ResponderEliminarMe quedo para seguirte
Un beso
Gracias, Ana. Me pasaré por la tuya :-)
ResponderEliminarUn abrazo