Las paredes de mi casa anterior tenían prestados papeles de celofán donde retumbaban los gritos, los suspiros e incluso el propio silencio. Eran tan finas que podíamos oír cuando las hojas entraban por la ventana del vecino. No necesitábamos poner la oreja, a lo sumo : ¡¡taparnosla!!
Las orejas o los vasos se pegan a las paredes, pero no son cotillas, solo un poco chismisas, interesadas en la vida ajena, irresistibles cuando intentas que algo no se sepa,... Son orejas.
MJ, no te falta razón en este nanorelato. Si las paredes hablaran... cuantos secretos desvelarían. Muy bueno. Yo de ti lo presentaría a un concurso que hay de hiperbreves.
Mil gracias, Mar. Siento especial predilección por lo breve, por eso, cuando descubrí el mundo del micro/nanorrelato no pude resistirme a sus encantos. A mí también me encanta cómo escribes.
Ya lo creo! Temibles orejas...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, MJ
Y cuando no quiere oir pero el ruido de otras paredes es inevitable?? jajaja, tener que soportar a los vecinos ruidosos no es cotilleo verdad???
ResponderEliminarNunca me gustaron los cotillas...
Besitos mediterráneos.
Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!
ResponderEliminarClaro, con tantas orejas, aunque sean prestadas, no me extraña que lo oigan todo.
ResponderEliminarGenial!!!
Me encantan las greguerías!!!
Un abrazo, MJ.
Cotillas a medias. Oyen pero no hablan.
ResponderEliminarBesos, Mariajo.
Las paredes de mi casa anterior tenían prestados papeles de celofán donde retumbaban los gritos, los suspiros e incluso el propio silencio. Eran tan finas que podíamos oír cuando las hojas entraban por la ventana del vecino. No necesitábamos poner la oreja, a lo sumo : ¡¡taparnosla!!
ResponderEliminar¡Vivan tus greguerías!!.
Las orejas son prestadas y las paredes de papel...Menos mal que mi casa es vieja y no oigo nada...jeje.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Las orejas o los vasos se pegan a las paredes, pero no son cotillas, solo un poco chismisas, interesadas en la vida ajena, irresistibles cuando intentas que algo no se sepa,... Son orejas.
ResponderEliminarBlogsaludos
MJ, no te falta razón en este nanorelato. Si las paredes hablaran... cuantos secretos desvelarían.
ResponderEliminarMuy bueno. Yo de ti lo presentaría a un concurso que hay de hiperbreves.
Un abrazo Artista.
Y en las construcciones actuales más, las orejas hasta se ven, jejeje
ResponderEliminarUn abrazo!
La inmensa mayoría de los que aquí firmamos no somos cotillas, como esas paredes pérfidas; tan solo usamos nuestra mirada de escritores. ;o)
ResponderEliminarUn abrazo, MJ.
Las paredes todo lo oyen... Me encantan tus greguerías!
ResponderEliminarBesos.
Sensibles a cualquier cuchicheo :-)
ResponderEliminarUn abrazo, Patricia.
No, a mí tampoco, Gala.
ResponderEliminarUn besote.
Gracias, David. Cuando quieras.
ResponderEliminarSaludos.
No se pierden nada ¡jeje!
ResponderEliminarUn beso, ATENEA.
Pues sólo faltaba que hablaran ¡uf!
ResponderEliminarUn beso, Tor.
En ese caso, las paredes no es que oigan, es que se adueñan de la casa.
ResponderEliminarUn besazo, Laura.
¿Qué? ¿estás sorda, Rosa? ¡jaja!
ResponderEliminarEs broma. Te he entendido. Mejor para ti no tener que escuchar vecinos ruidosos.
Un besote.
Exacto, Nel. Son orejas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mejor que sigan calladitas, ¿no?
ResponderEliminarGracias, Nicolás.
Un abrazo.
¡Jeje! Sí, son como papel de fumar.
ResponderEliminarUn abrazo, Juanlu.
No me cabe duda de ello, Pedro :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ay! Gracias, Sara.
ResponderEliminarEncantada de que las disfrutes.
Un abrazo.
Me ha encantado. EStoy impresionada. Menudo nanorrelato, es casi poético. Enhorabuena, eres un genio de las palabras. Un beso.
ResponderEliminarMil gracias, Mar. Siento especial predilección por lo breve, por eso, cuando descubrí el mundo del micro/nanorrelato no pude resistirme a sus encantos.
ResponderEliminarA mí también me encanta cómo escribes.
Un abrazo desde el olivar Jaenero.
Me encanta lo breve y bueno que escribes. Me encantan las imágenes.
ResponderEliminarMe quedo por aquí.
Un abrazo.
Gracias, Pilar. Acomódate :-)
ResponderEliminarUn beso.
Jajaj, qué razón tienes, MJ. Y a mí me gusta prestárselas, la verdad, jajajaja. Un abrazo.
ResponderEliminarTienes alma de cotilla ¿eh? ;-)
ResponderEliminarUn abrazo, Miguelángel.
¿Tu crees MJ? la obra con que ilustras la reflexión es muy padre. Meditaré las palabras :)
ResponderEliminarAsí lo creo, Gabriel :-)
ResponderEliminarUn abrazo.