Le gusta hablar de su infancia. De aquellos años de la postguerra donde los niños, testigos involuntarios de la sinrazón, trataban de ser felices.
Para ello, envolvían los días grises en papeles de colores; acomodaban las penas entre trocitos de cristal y lo enterraban todo. Después seguían jugando.
Los abuelos/as mantienen la tradición oral.
ResponderEliminarY eran felices, a pesar de la sinrazón. Nada como la mirada de un niño para pintar de colores el paisaje.
Muy tierno, MJ.
Un abrazo.
Abuelos y nietos, un bello tándem.
EliminarUn abrazo, Juglar.
Mi madre nació en la Galicia más profunda y en la más profunda de las pobrezas en el 35, MJ y hoy es la abuela de mis hijos.
ResponderEliminarLa llamaré para leerle tu micro y estoy seguro de que se sentirá orgullosa de que hablen -aún sin conocerla- de ella.
No te digo nada más. Bueno, sí, ¡gracias!
Un abrazo,
Espero que le guste :-)
EliminarGracias a ti, Pedro.
Un abrazo.
Tuve a mi abuela hasta que ella cunplió 95 años. Hoy mis hijos tienen a mis padres vivos y agradezco a Dios por eso.
ResponderEliminarUn abrazo
Es una suerte poder disfrutar de nuestros abuelos cuando somos niños.
EliminarUn abrazo, Di.
Creo haber leído ya este relato tuyo, y me gustó entonces y más ahora en la relectura. Seguiré el consejo de la abuela: envolveré los días grises en papeles de colores, acomodaré las penas entre trocitos de cristal y seguiré viviendo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Hazle caso a la abuela, Esperanza; no te arrepentirás :-)
EliminarUn besote.
Muy tierno MJ, imagino a la abuela en esa actitud y a los nietecitos pegaditos a ella.
ResponderEliminarBesos desde mi mar,
Tu imaginación goza de buena salud, Yashira.
EliminarUn beso.
MJ, las abuelas con su sabiduría que tratan de transmitir de generación es generación son un patrimonio incalculable. Debió ser dura la postguerra y estoy seguro que a su manera, como tú narras, los niños conseguían ser felices.
ResponderEliminarUn abrazo, Artista.
Sin duda los abuelos son un pozo de sabiduría, Nicolás.
EliminarUn abrazo.
Cuánta ternura y verdad hay en este micro, MJ, sobre todo la imagen de la tercera oración. Yo creo que a mi nona nunca la vi llorar y había nacido en el 15... Me emocionó. Beso grande!
ResponderEliminarMe hace feliz saber que este micro te ha emocionado.
EliminarUn beso, Sandra.
Los recuerdos, las vivencias es lo que tienen, que no se olvidan nunca.
ResponderEliminarPero hay momentos que mejor no recordar, mejor envolverlos en colores y disfrutar de los nietos. Los valores que transmiten con su sabiduria no tiene precio. La protección que destilan incalculable.
Besitos mediterráneos.
La memoria es selectiva y tiende a dulcificar los malos momentos.
EliminarUn abrazo, Gala.
El poder disfrutar de la sabiduría, experiencia y vivencias de los abuelos es todo un privilegio. Sus historias curtidas por el tiempo cobran un matiz entrañable al recordarlas.
ResponderEliminarGenial, MJ !!!
Besos!!!
Los abuelos son seres imprescindibles en nuestras vidas.
EliminarUn abrazo, Atenea.
Me encantaaaaa!!!!!! Quiero muchos papeles de colores!!!! Es precioso, tierno...
ResponderEliminarsaludillos
¡Je, je! Gracias, Puck.
EliminarUn beso.
Seguiré su consejo, MJ, envolveré los días grises en papeles de colores.
ResponderEliminarMe encanta, es precioso.
Besitos
Un buen remedio para los días tristes.
EliminarUn beso, Elysa.
Así son los abuelos de la post guerra, al menos los míos. Casi nunca contaron nada "malo" a los nietos pequeños. Muy dulce este relato.
ResponderEliminarAsí son; así eran nuestros abuelos que, siendo niños, padecieron los efectos devastadores de una guerra fratricida.
EliminarAfortunadamente la memoria es selectiva y tiende a olvidar o dulcificar lo que nos hace daño.
Un abrazo, Ximens.
He disfrutado con el alma al pasar por acá. Precioso blog. Encantador post. ¡Felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminarBienvenida, Alma.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Que imagen tan bella, MJ, la de esos niños siéndolo a pesar de todo. Precioso. Mi Madre contaba tristezas de la guerra, pero también explicaba momentos de humor, de risas, de escapar de la negrura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro que sí, los niños saben cómo hacer que la realidad no resulte tan gris. Ellos, al menos, lo sabían.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un abrazo, Miguelángel.