MJ, menudo amiguito se ha buscado que por sus fechorías luego recibe él las "caricias" maternas. Y es que hay que tener cuidado con las compañías a los que no se arrima.
Cuando yo era niño y me servían avena en el desayuno llegaba un duendecillo y volcaba mi taza. Recuerdo que mi padre no me creía y me reñía por ello, pero mi madre encontró la solución para espantar al intruso. Reemplazó la avena por una taza de leche y nunca más se apareció el duendecillo (Coincidencias de la vida o sabiduría de madre). He disfrutado mucho tu relato. ¡Saludos!
Es un hecho que las madres son/somos adivinas, economistas, administradoras, psicólogas, enfermeras, cocineras, etc. ¡Cómo no van/vamos a ser sabias! :-) Me alegra que te haya gustado este minirrelato, Juan Carlos.
jejejeje y todos son así, habrá que hacerse de una forma de que vea lo que se siente ser objeto de burla ¿a que no? :)
ResponderEliminarLos duendes se divierten haciendo travesuras, si no no serían duendes :-)
EliminarUn abrazo, Gabriel.
Jajajá...en mi casa hubo una época en la que debía haber una tribu de duendecillos ...aunque nunca les pillé con las manos en la masa.
ResponderEliminarbesos MJ ¡muy divertido!.
No hay quien los pille, Laura. Son listos y escurridizos :-)
EliminarUn beso.
Aiiins, qué poco me queda a mí para tener que lidiar con esos duendecillos. Tan divertido como entrañable, MJ.
ResponderEliminarJa ja, deberás armarte de paciencia, Raúl. Sobre todo cuando se le derrame la sopa de 'fideos' ;-)
EliminarUn abrazo.
¡Ah! y un beso para Rapsito.
Entrañable entrada. ¡Me hiciste sonreir!
ResponderEliminar...Y me encantan los duendecillos y sus travesuras.
Un abrazo cariñoso, MJ.
¡Vaya! pues me alegro, Juglar :-)
EliminarUn besote.
MJ, menudo amiguito se ha buscado que por sus fechorías luego recibe él las "caricias" maternas. Y es que hay que tener cuidado con las compañías a los que no se arrima.
ResponderEliminarUn abrazo, Artista.
Ja ja, un amiguito bastante gamberrete, desde luego.
EliminarUn abrazo, Nicolás.
Ja, ja,ja..........que bueno, yo tb pasé por esa faceta.
ResponderEliminarLas caricias, son cosas de madres........los pescozones, de abuelos ¿no?
Bss Pe
Ja ja ja, es cierto, los pescozones y los combos del abuelo.
EliminarUn besote, Ro.
¡Cuántos duendecillos traviesos nos rondan! Es bueno tenerlos a mano para echarles las culpas de nuestras travesuras.
ResponderEliminarEntrañable, MJ !!!
Besos!!!
Lo malo es que no cuela, Atenea :-)
EliminarUn besote.
¡Qué identificado me has hecho sentir, MJ! Soy hijo único y en mi casa pululaban los duendecillos. :-)
ResponderEliminarEn ese caso, no había ninguna duda ;-)
EliminarUn abrazo, Pedro.
Cuando yo era niño y me servían avena en el desayuno llegaba un duendecillo y volcaba mi taza. Recuerdo que mi padre no me creía y me reñía por ello, pero mi madre encontró la solución para espantar al intruso. Reemplazó la avena por una taza de leche y nunca más se apareció el duendecillo (Coincidencias de la vida o sabiduría de madre).
ResponderEliminarHe disfrutado mucho tu relato.
¡Saludos!
Es un hecho que las madres son/somos adivinas, economistas, administradoras, psicólogas, enfermeras, cocineras, etc. ¡Cómo no van/vamos a ser sabias! :-)
EliminarMe alegra que te haya gustado este minirrelato, Juan Carlos.
Un abrazo.
Jejeje, yo creo que duendecillos de esos los ha habido siempre a lo largo de mi vida y los habrá.
ResponderEliminarUn abrazo, MJ,
Suelen estar presentes en algún momento de nuestra vida, sobre todo cuando somos niños :-)
EliminarUn abrazo, Miguelángel.
Cuando era niña esos duendecillos aparecían con las coles de bruselas y yo agradecida, muy agradecida...
ResponderEliminarJajajaja, me encanta, MJ
Besitos
Ja ja, y te tiraban el plato ¿verdad?
EliminarUn beso, Elysa.